Fingir un orgasmo. Hacer creer que estás disfrutando. Gemir. Respirar de forma agitada. Decir palabras subidas de tono que no sientes. Pensar qué echarán esa noche en la tele… Todo esto es fingir en la cama.
Para los que pensaban que pondría el mítico Giff de Meg Ryan fingiendo un orgasmo, os equivocáis. En su lugar pongo un Giff de una tortuga teniendo un orgasmo.
¿Por qué fingimos durante el sexo?
Según un estudio reciente, el 50% de las veces se finge para hacer creer a la otra persona que estás disfrutando. El otro 50% finge para que el encuentro sexual acabe cuanto antes.
Fingiendo conseguimos hacer que nuestra pareja se sienta satisfecha, contento/a de haber provocado un orgasmo o haber hecho disfrutar durante el sexo. Evitan así que se frustre, que se sienta «poco hombre». Tengamos en cuenta que en nuestra sociedad, el que un hombre no sea capaz de satisfacer a su pareja en la cama, es un gran estigma.
¿Cuántas mujeres fingen durante el sexo?
Según una encuesta reciente dos de cada tres mujeres admiten que han fingido en la cama. En España, más de un 52% de las mujeres reconoce haber fingido un orgasmo, a pesar de que solo un 15% de los hombres cree que su pareja finge.
El 60% de las mujeres usa el gemido para excitar a su pareja, y el 22% reconoce que NUNCA llega al orgasmo.
¿Cómo saber que tu pareja está fingiendo en la cama?
Para saber si un hombre está fingiendo en la cama, no necesitas ser un lince. El motivo está claro: su excitación está a la vista de todos; si se excitan, su pene entra en erección. Y esto no se puede fingir. En cambio, sí pueden fingir el grado de excitación o incluso haber llegado al orgasmo (siempre que no se compruebe el que finalmente haya eyaculado). En una encuesta reciente, solo el 9% de los hombres reconocía fingir siempre.
En mujeres en cambio, es más difícil reconocer si la excitación es verdadera o no. Es cierto que físicamente la mujer reacciona a la excitación, y con conocimientos básicos sería fácil de comprobar, pero como hemos dicho muchas veces: la educación sexual sigue siendo la gran asignatura pendiente.
Por qué no deberíamos nunca fingir durante el sexo.
Según los estudios, las mujeres ven el poder fingir como algo positivo. Pero no lo es. Fingir durante el sexo te perjudica a ti, a tu pareja y a vuestra relación. Por cuatro motivos principales:
1. porque no es justo para tu pareja.
Seguro que él o ella quiere hacerte disfrutar y haría cualquier cosa para conseguirlo. Incluso pasar por una conversación supuestamente incomoda, en la que le expliques por qué así no estás disfrutando. Esa charla, siempre tiene que acabar con tu voluntad de enseñarle qué te gusta y cómo, y con las ganas de él de aprenderlo. Y de ponerlo en práctica (la parte divertida).
2. porque es señal de que existe una gran falta de confianza en tu pareja.
Y una mala o escasa comunicación. El motivo por el que no queremos reconocer que fingimos en la cama, suele ser porque no confiamos en que se lo vaya a tomar bien. Pero merece la pena intentarlo. Tienes más que ganar que de perder.
3. porque el no disfrutar del sexo, nos aleja de nuestra pareja.
Nos perdemos esos sentimientos, cercanía, intimidad y emociones que solo se tienen cuando tenemos una buena relación sexual con nuestra pareja. Y si eso no lo tenemos, inevitablemente nos distanciamos de ella. De esto hemos hablado muchas veces. Si necesitas refrescar la mente, aquí te dejo varios links:
¿Puede el sexo mejorar mi relación? o Los beneficios del sexo.
4. porque fingir es, a fin de cuentas, mentir.
Y -aunque suene obvio- mentir a nuestra pareja no está bien. Puede hacer mucho daño a la persona a la que queremos, y por lo tanto correr el riesgo de perderla.
Llevo fingiendo en la cama mucho tiempo y quiero dejar de hacer. ¿Cómo lo hago?
Si estás en esta situación, lo primero es darte la enhorabuena por querer acabar con las mentiras y sincerarte con tu pareja. Tu relación lo va a agradecer. Lo importante aquí es hablar desde el cariño y sabiendo que estás tratando con uno de los temas que más afectan al hombre y donde más prejuicios hay (esta conversación se puede malinterpretar como que estás cuestionando su virilidad).
La clave es hablarlo de una forma constructiva, con mucho tacto y dejándole claro que no hay ningún problema de rechazo hacia él o hacia mantener sexo con él. Es simplemente que aún no has dado con la tecla.
Comunicación en pareja:
Dile lo que te gusta y lo que no. Cómo crees que podrías disfrutar más. Y proponte a partir de ahora, ser sincera durante el sexo: si no estás consiguiendo excitarte, no finjas. Simplemente tenéis que esmeraos más y emplear más tiempo para conseguirlo. No te agobies, llegará.
Quítale hierro al asunto y dile que querrás practicar mucho las «nuevas cosas» o las «nuevas formas» que sí te dan placer. Eso seguro que le anima.
Si quieres hacerlo «desde el terreno de juego», aquí van un par de claves:
- Si no lo está haciendo como te gusta, guíale con delicadeza. Él disfrutará mucho más si te ve a ti haciéndolo, por lo que seguramente te agradezca que lo hagas.
- Coge las riendas de la situación. Si estás pensando en el nuevo cardado de Maria Teresa Campos en Qué tiempo tan feliz, mientras tu pareja está intentado dar lo mejor de sí, PÁRALO. Coge tú el control de la situación e intenta hacer algo que sabes que sí te da placer. Hazle ver que disfrutas con ello e involúcrale, hazle partícipe para que vea cómo puede hacerte disfrutar.
- Bye bye vergüenza. Olvídate de ella porque solo nos limita y dejamos de disfrutar por no enfrentarnos a ella. Y si no sabes exactamente qué cosas te pueden dar placer, tendréis que descubrirlas juntos.
- Si ves que aunque has intentado meterte en situación y disfrutar del sexo, pero sigues sin tener muchas ganas, y estás empezando a frustrarte, páralo y díselo: «NO TENGO GANAS». Y no pasa nada, puedes permitirte un «gatillazo» (uno o los que ocurran). El sexo es cosa de dos, y si no estas disfrutando, lo más sano es pararlo. Luego, eso sí, será el momento de explicarle por qué te ha dejado de apetecer, e intentar que esos motivos no se repitan en los próximos encuentros sexuales.
Recordemos esto:
El sexo deja de tener sentido sino es para disfrutarlo. Es más, si el fingir orgasmos o excitación se vuelve en algo más habitual de la cuenta, cada vez tendrás menos ganas, y cada vez te gustará menos, y por lo tanto se terminará convirtiendo en una obligación.
*PongámonosCómodos y dejemos de perjudicarnos, démosle la vuelta, sino nos gusta, cambiarlo, si no tenemos ganas, decirlo; pero nunca finjamos.