Tenemos que hablar de «el porno» y de cómo hacer para que sí sea bueno. Recuerdo perfectamente la primera vez que vi una peli porno. Fue en una fiesta de pijamas, con cinco amigas, y una cinta VHS del cajón «secreto» del hermano de una de ellas (efectivamente el hermano nunca terminó trabajando para los Servicios Secretos del FBI).
Pensábamos sinceramente que íbamos a ver una revelación. Para nosotras, estaba apunto de desvelarse uno de los mayores misterios del mundo adulto: el sexo. Por fin descubriríamos qué era y cómo se hacía; veríamos penes por primera vez, veríamos cómo se hacía «el ñanca-ñaca» (así lo llamaba una de mis amigas), y cómo era un orgasmo.
Básicamente aprenderíamos de sexo, por fin.
Estábamos nerviosas y curiosas, porque para todas era «la primera vez» que veíamos porno. Todos los niños de mi clase lo habían visto y alardeaban de ello. Yo lo más fuerte que había visto hasta el momento era la escena de la película Ghost.
Esta escena en su momento fue muy heavy
Recuerdo perfectamente cómo empezaba la peli: una mujer en bikini tomando el sol en un jardín. Yo -que nunca he sido una entendida de cine- pensé «¿pero esto no está muy mal iluminado?». Se veía una luz proyectada sobre una pared blanca que rebotaba al objetivo de la cámara y la cegaba. No en plan «película indie de Sofia Coppola», no. En plan muy-cutre.
De pronto llegaba un jardinero (desde ahora, Jardinero nº1), y sin prácticamente mediar palabra, se sacaba su enorme pene ya erecto y ella le hacía una felación. Él eyaculaba en su cara y ella reaccionaba como si aquello fuera el elixir de la eterna juventud y no tuviera que gastarse un euro en cremas para el resto de su vida.
Acto seguido llegaba otro jardinero (A.K.A. Jardinero nº2), que al ver la escena, también se unió sin ni siquiera dar los buenos días, o decir qué planta venía a podar. La chica, que se ve que le había cogido el tranquillo, le hizo otra felación para darle la bienvenida, mientras Jardinero nº1 la penetraba. Jardinero 1 y 2 intercambiaban a veces posiciones, y chica (que a estas alturas de la película estaba literalmente achicharrada por el sol -el presupuesto de la peli no dio para protección solar-, emitía gemidos de placer sin parar y parecía extasiada ante el placer tan grande que estaba sintiendo entre penetraciones, felaciones y eyaculaciones varias.
Ojalá hubiera grabado nuestras reacciones. Parecía que estábamos viendo una peli de terror gore en vez de una porno. Estábamos espantadas y sinceramente, algo asustadas («¿esto es «el sexo»?«, «¿de verdad voy a tener que hacer yo eso?«, «¿de verdad esto gusta a los adultos…? ¿¿¿a mis padres???«).
Más o menos esta era mi cara
Fue un auténtico fracaso como noche, y poniéndonos un poco más serios: un fracaso como sistema educativo de una sociedad.
¿Por qué los jóvenes acuden al porno?
No recibimos educación sexual de calidad. Por tanto, muchos jóvenes (como mis amigas y yo esa noche), acuden al porno para descubrir cosas sobre el sexo. Y se encuentran con un sexo completamente desvirtuado y misógino, en el que la mujer es un mero objeto de placer, que por no tenerla en cuenta, ni siquiera los de producción le compran protección solar.
El gran problema es que para muchos jóvenes, esa es su única referencia de sexo, y creen que eso es verdad, o -peor aún- a eso es a lo que aspirar. El top del top del sexo. Y luego ellos intentan reproducir lo que ven, porque no conocen otra alternativa. Y ahí viene el problema.
Consecuencias del porno en nuestra sociedad:
En el hombre:
Las consecuencias negativas no solo afecta a los jóvenes. Muchos -muchísimos- de los pacientes que vienen a terapia sexual, es porque creen que no están «dando la talla». Los mayores motivos de consulta son:
- dificultad para obtener erección
- poca duración de la erección
- poca duración del coito
- número reducido de coitos seguidos que pueden mantener
- gatillazos
- falta de deseo sexual/ganas de hacerlo
Cuando les pregunto de qué forma se masturban, el 90% dice que viendo porno… Qué casualidad, ¿no? El porno muestra un sexo tan irreal, que genera mucha frustración. La realidad es que lo que enumero arriba es muy normal que pase, a no ser que vayas durante horas hasta arriba de Viagra (como van los actores porno). Muchos de mis pacientes consideran que tienen un problema que es inexistente; pero se obsesionan y entonces sí que se convierte en un problema real.
En la mujer:
Si hablamos de la mujer en el porno, vemos que este cine nos refleja así:
- Nos excitamos y lubricamos mágicamente con tan solo ver el pene gigante de un señor.
- Hacemos lo que nuestro macho alfa quiera, porque nos da un placer que flipas y somos muy felices siendo pasivas y sumisas.
- Tenemos orgasmos sin que nos estimulen el clítoris, porque realmente sentir su pene entrando y saliendo de nuestra vagina es lo único que nos gusta.
- Nos encanta hacer felaciones, y cuanto más grande sea el pene, más disfrutamos.
- Nos encanta que nos eyaculen en la cara o el cuerpo.
- Si no gritamos y gemimos como si nuestro amante tuviera una sordera severa y quisiéramos que nos escuchara, no sentimos placer.
- No se dice nunca que «no» a nada.
¿Y cómo se refleja eso en mi consulta? En el porno no hay estimulación genital femenina durante la penetración, (solo hay gritos, gemidos, líquidos y quemaduras de segundo grado). Casualidad o no, muchas pacientes vienen a Terapia Sexual diciendo que son «frígidas» porque no tienen orgasmos cuando tienen sexo. En la mayoría de los casos, en el sexo que practican no existe la estimulación del clítoris, y así ya sabemos que es difícil llegar al orgasmo.
Como el porno además suele generar rechazo en las mujeres, asociamos ciertas cosas del sexo (como algunas posturas, probar cosas nuevas o tener una vida sexual activa), con todo eso que nos provoca el porno («hacer eso es de guarras» o «yo no soy una actriz porno» son frases que seguramente hayamos todos escuchado alguna vez). Otras perlitas que deja el porno en nuestra sociedad es el «coitocentrismo» como única forma de practicar sexo. La sumisión de la mujer (¿en alguna porno se ha escuchado «lo siento, no me apetece», o «vaya, hoy no me veo teniendo sexo con toda la plantilla de bomberos de mi barrio, por muy grande que tengan la manguera«). Todo esto, sumado a las expectativas falsas que genera el sexo, provocan muchas disfunciones sexuales tanto en el hombre, como en la mujer.
Otro porno sí es posible… ¡¡Sí nena!!
Con este post no quiero acabar con el porno. Es más, lo recomiendo en muchas terapias de parejas o terapias sexuales, para activar la excitación y la estimulación sexual. Pero sí quiero informaros de que hay otro tipo del porno. Cada vez más mujeres se están metiendo en la industria y están enfocando este género desde un punto de vista más femenino. Con más femenino no quiero decir que haya romanticismo o Diarios de Noas, no. Hay sexo puro y duro, con sus posturas, sus orgasmos, sus líquidos y sus de todo. Pero hay también respeto hacia el rol sexual de la mujer. Es sexo realista y no vejatorio, sin estereotipos falsos que no genera expectativas irreales. Es un porno que si algún joven acude a él en búsqueda de respuestas, encontrará además de excitación, un sexo sano y realista.
El porno puede ser todo lo guarro, sucio, lascivo y excitante que queramos, pero no por ello tiene que ser degradante hacia la mujer.
Os dejo aquí varios directoras que están haciendo las cosas bien, por si queréis explorar más:
Erika Lust, (es la que ahora mismo lo está petando), pero también Jennifer Lyon-Bell, Ovidie, Jackie St. James, Vex Ashley, Tristan Taormino o JamYe waXman.
*PongámonosCómodos y sigamos disfrutando del sexo, ampliando nuestros registros, innovando y viendo porno… pero del bueno!!
Y como siempre, cualquier duda o sugerencia, podéis comentar o mandarme email (ana@pongamonoscomodos.com), pero eso sí… ¡¡¡¡tened en cuenta que me voy de vacaciones!!!! Vuelvo el 16 de Agosto con las pilas cargadas y una agenda a rellenar con vuestras terapias de parejas y terapias sexuales. Un abrazo y amor del bueno a todos 😉